Por mucho daño que esté haciendo el señor Rajoy a los
ciudadanos, por muchas medidas antisociales que esté tomando, por mucho que
esté defendiendo los intereses de la empresa frente a los del trabajador, a los
políticos del PP con el señor Rajoy a la cabeza, desde mi punto de vista, se
les puede acusar de cualquier cosa menos de sorprendernos con su forma de hacer
política. A todos menos a uno, al que muchos, consideraban un progresista.
Este ambicioso ha sabido jugar
sus cartas con habilidad. De ser una persona joven y con aspecto de empollón
que aterrizó en la presidencia de la comunidad de Madrid, al que supuestamente
se odiaba en las filas mas conservadoras del PP por su centrismo y
moderación y por no ocultar nunca una mal entendida “sana” ambición, ha pasado
en no dudar en dar un golpe de timón para escorarse a la derecha de la derecha
en cuanto ha conseguido desembarcar en lo que, para muchos, es el primer
peldaño de un ambicioso plan de escalada política.
Dicen las malas lenguas que su
política reaccionaria y fascista al frente del ministerio de justicia, obedece
a un plan perfectamente orquestado para ganarse a los sectores mas ultra de su
partido y a periodistas de derechas de gran calado, como Federico Jiménez Losantos,
quien nunca ha ocultado la profunda antipatía que siente por él. Al sector
moderado ya se lo ganó en sus años como alcalde de Madrid y presidente de la
Comunidad.
¿El objetivo? Al parecer, piensa que Rajoy es un presidente de transición que se va a quemar en la gestión de la crisis y que, cuando eso pase, tiene también los días contados como presidente del PP, según muchos, la “blandura” de Mariano, tendría la culpa de buena parte de todo esto. ¿Y quien será entonces la alternativa al actual presidente?¿Quién podría ganar unas elecciones tras el fiasco de Mariano Rajoy? La respuesta está clara. Un joven político que gobierne con mano dura, abiertamente de derechas pero que conserve ciertas amistades o simpatías entre los sectores más tibios de la izquierda, un oportunista ambicioso y sin escrúpulos al que no le importe engañarse a sí mismo y a su supuesto talante moderado con tal de medrar.
Otros, sin embargo, sostienen que ha sido durante todos estos años al
frente del gobierno madrileño cuando el actual ministro se ha visto obligado a
mentir y a ocultar su verdadera naturaleza fascista con el fin de renovar una y
otra vez la confianza de los votantes y hacer y deshacer en la comunidad y
Ayuntamiento a su antojo, de ahí su confrontación con la otra presidenta:
Esperanza Aguirre, que no estaba dispuesta a ceder el trono ni un palmo. Sería,
por tanto ahora, cuando estaría liberándose de años de sufrimiento y ocultismo
tras una cortina de cordialidad, progresismo y moderación, saliendo por fin del
armario y mostrándose como lo que es y lo que siempre fue: un reaccionario y un
retrógrado ultraderechista que por fin puede comportarse como realmente quiere,
la verdad, no sé cual de las dos caras me gusta menos. Ahora que el lobo se ha
quitado la piel de cordero y la pisoteado y escupido sobre ella, sólo nos queda
comprobar si el gesto le resulta rentable, porque este lobo ha demostrado que
no da puntada sin hilo, señoras y señores, por si no lo conocían (cosa que a
estas alturas dudo), les presento a Alberto Ruiz Gallardón, la nueva y para algunos sorprendente, mano dura del PP.